La música… la educación musical es un derecho básico de todos los niños…
Portal educativo- Universidad de Talca, Chile 29 de julio de 2012.-
La afirmación es de José
Antonio Abreu, 72 años en 2012, quien en 1975 echó a andar en Venezuela
el llamado “sistema”…. que funciona con una Fundación Musical y cuyo
órgano visible es el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e
Infantiles. Es una obra social del Estado fundada por José Antonio Abreu
para la sistematización de la instrucción y la práctica colectiva de la
música a través de la orquesta sinfónica y el coro como instrumentos de
organización social y desarrollo comunitario. Miles y miles de niños y
jóvenes, la mayoría de sectores marginales, pobres, han sido rescatados
de un futuro incierto a través de la música. ¡La música les ha cambiado
la vida!
Abreu matiza su afirmación: "los niños más vulnerables, los más pobres tienen derecho a la excelencia musical”.
Abreu
procede de una familia con linaje musical. Confiesa que fue su vocación
de servicio, su inquietud y rebeldía frente al desequilibrio social que
observaba lo impulsó, cuando tenía 35 años, a concebir un proyecto para
canalizar la experiencia y los conocimientos alcanzados en los campos
económico, gerencial, pedagógico y, por supuesto musical, que se forjó
en su adolescencia. Es la música, la educación musical la que se inserta
en la formación de niños y jóvenes y produce grandes y sorprendentes
cambios: interés, alegría, compromiso, responsabilidad, rigor.
La
Orquesta Simón Bolívar – hoy ya no tan juvenil - tiene prestigio
mundial; muchos de sus intérpretes – de excelente nivel - son tentados
para ingresar a conjuntos europeos y norteamericanos, pero ellos asumen
otro valor: la lealtad a sus orígenes.
El “sistema” – que ya
tiene 37 años - es un programa de educación musical único, que puede ser
implementado en cualquier país del mundo, especialmente en los que
buscan disminuir sus niveles de pobreza, analfabetismo, marginalidad y
exclusión de la población infantil y juvenil. Más de 25 países siguen el
modelo de Abreu; Chile entre ellos con las Orquestas Infantiles y
Juveniles.
La Orquesta Simón Bolívar es un caso excepcional: la
comunidad musical europea – alemana, inglesa, española, austríaca… -,
está conmovida con su gran nivel y “su electrizante director”, Gustavo
Dudamel. Él declaró hace poco a la BBC que “cuando niño jugaba con otros
niños de comunidades pobres, y que más de algún compañero de juegos
quedó atrapado por la droga y la delincuencia”. “La música transforma a
los niños y jóvenes” dice, “y ellos deben tener esa oportunidad”.
Dudamel, además de director titular de la agrupación Simón Bolívar, lo
es de la Filarmónica de Los Ángeles y de la Orquesta Sinfónica de
Gotemburgo…
En julio de 2012, el diario ABC de Madrid destaca
que “Gustavo Dudamel es una estrella… en Londres ha ofrecido un
concierto con la Orquesta Simón Bolívar, que ha podido ser visto por
streaming, de manera gratuita, a través del periódico The Guardian.
La
Orquesta Simón Bolívar es el ejemplo del ‘milagro’ logrado por acercar
la música a más de 250.000 jóvenes, convirtiéndola en un poderoso
instrumento que combate la exclusión social”.
Afortunadamente, el sistema de Abreu no es el único. En Johannesburgo, la capital de Sudáfrica, el proyecto Buskaid que trabaja con niños de las barriadas más pobres de Soweto ha conseguido inclusión social… además de brillantez interpretativa.
En
los Estados Unidos, proyectos escolares de música en barrios
marginales, e incluso concursos inter escolares de baile popular,
consiguen los mismos efectos: cambios en el comportamiento de niños y
jóvenes, mejores perspectivas de desarrollo y de vida. Los líderes
juveniles de sesgo negativo… se transforman en jóvenes respetuosos de
sus compañeras; son ahora atentos, disciplinados; asumen un rol positivo
y todo ello repercute en el propio hogar. Los padres son ahora
decididos colaboradores de la escuela y de la educación de sus hijos.
Ellos, en su mayoría, descubren que los niños tienen potencialidades e
intereses que desconocían…
No tan lejos, en Chile, las orquestas
infantiles y juveniles, los coros… constituyen esfuerzos que caminan en
la misma dirección. Hay que reconocer el trabajo y la perseverancia de
cientos de profesores de música de todo el país, quienes a menudo
trabajan casi en la precariedad. Las orquestas infantiles y juveniles de
Chile son ejemplo y orgullo para el país.
Más allá de los afanes
de los profesores y de los padres de los niños de coros y orquestas, la
sociedad debe apoyar y estimular los proyectos musicales. En escuelas y
liceos… ¡en las universidades! la música debe tener el papel que le
corresponde: importante, preponderante. Ya lo sabemos y no requiere
demostración: la música es un factor de inclusión social. Recordemos el
concepto de Abreu: “la música, la educación musical de excelencia, en un derecho de todos los niños; sobre todo de los más pobres”.
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